La estructura del aparato psíquico será representada por una máquina de escribir.

-Derrida-


HOY, donde esté Van Gogh














GRAFFITIS EN MADRID

GRAFFITIS EN MADRID
hombre en la ventana, Daniel Moreno García

“Si mi libertad no estuviera en el libro, ¿dónde estaría? Si mi libro no fuera la libertad, ¿qué sería?” -Edmond Jabès-

sábado, 22 de enero de 2011

REALIZA

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POEMAS DEL DÍA

POEMA EDITADO
Madrid, 21-01-11






PREGUNTAS ADIOSES 

REENCUENTROS 

XV





The Hill of Montmartre with Quarry, Van Gogh






De vez en cuando aún te das vuelta y esperas ese gesto
que ponga las cosas en su lugar,
cuando todo lugar es siempre otro y otras las cosas,
otra manera de decir, otra manera de entrar al bar
España, junto a la bahía, donde los viejos huelen
a invierno y a alcoholes bebidos lentamente, por
costumbre, y la salud de los que quedan.

Enfrente están las montañas que retienen un poco de
mar para que recalen los pescadores y bajen a tierra
plateados por un sueño de escamas huidizas,
pero los barcos volverán a zarpar de madrugada, aunque
se cuelen con el viento olores fuertes aún adheridos
a las ropas o a las mantas de la cama o al crujir de
la madera como si pasos fuesen que ya no son, ni
siquiera nuestros pasos, atrás, atrás, a la distancia.

De vez en cuando te das vuelta, sí, pero es un vicio, una
manera de ser que irá cambiando, o no, pero qué
importa:
a medida que entres en el pueblo, verás que nadie te
pregunta nada.

ALBERTO SZPUNBERG
Argentina-1940
De “Luces que a lo lejos”



REALIZA







Afirmar o negar: dos maneras distintas de detener el sentido. La frase es otra cosa. También es eso mismo esta afirmación, todo lo es. Todo menos lo que consigue permanecer camuflado: la sugerencia. Aunque es cierto que, sin afirmar o negar, no habría ninguna clase de orden desde el cual poder dar paso a sugerir. Lo consumado no me produce ninguna clase de emoción. Hasta es posible que traer este poema sea una manera envidiosa de acogotarlo.


“… a medida que entres en el pueblo, verás que nadie te
pregunta nada.”:


en la primera lectura me impactó, es decir, me lleva a sitios familiares: estaba en mí. Estaba ya antes de haberlo leído, pero la forma, lo exterior según los métricos de la poesía, es lo que me trae la novedad, el impacto. La forma es entonces el poema en sí. No me dice que sea real, no me permite olvidarme de que es un poema y no ese trozo de la vida que está evocando; pero tampoco me dice que ese trozo de vida no esté siendo, en presente, en el momento de ir leyéndolo; en el verso final, borra definitivamente la certeza igual que borra la “sólo sugerencia”, diría que lo que le roba a la una se lo suma a la otra y al revés: ambas, mentira o verdad, dejan de serlo. Tal como estuve leyendo anoche, realidades simultáneas, sin mentira ni verdad, todo posibles. Del mismo modo lo podría decir si lo que hubiese traído hubiera sido mediante las palabras posible e imposible.

Podría ser envidia porque al explicarlo hago eso mismo que es afirmar o negar, me quiero apropiar de algún sentido, es eso racionalizar. Más si lo hago evidente, también es otra cosa. Porque jamás podría decir lo que esté diciendo. Y sin embargo, no estoy hablando de ambigüedad, la emoción es en todos los casos verdadera. Claro que, para serlo, se tiene que dejar vapulear por otra cosa que ella misma. Y al tiempo que eso es así, tiene que pelear (metafóricamente) por ser quien dice ser, tiene que creerse lo que siente. No son ambigüedades, son leyes fijas cuya apariencia es parecer ser y parecer no ser. En el verso final, afirma que algo no pasará, pero lo dice de tal forma que hace presente lo que era pasado. No había nombrado que cuando se entraba el pueblo le saludaban, así que lo acaba de inaugurar en el momento mismo en el que se despide de ello. Acaba de entrar. Está ahora entrando en ese pueblo y le saludan, y cuando piensa en que algún futuro ya nadie le volverá a señalar, transforma esos saludos en algo trascendente. Si por torpeza o por deseos de imitar se le echan demasiadas palabras a las que sean el verso final (puesto que es el caso), se estarían diciendo muchas cosas, tal vez más, mejores y más y más, pero no esa, no la que toca, golpea, atañe. En el momento en el que atrapo ese sentido, el sentido se va, el deseo comienza, vuelve a empezar a la búsqueda de otro sentido, ya que no era más que una sugerencia.

El apasionamiento necesario para haber finalizado en todos tantos puntos donde el poema termina y evidencia que eso era un poema, es lo que se llama vértigo. En el caso de este poeta y de estos poemas (tres) que están llegando a mi correo, en los tres he encontrado esta misma manera de diluir a tal punto los sentidos supuestos, que no los he eliminado, siguen allí. En el del día 19 decía así:


“…“Cerrá las ventanas, que entra fresco”, dice ella, pero
ella tampoco ha venido,…”


Y no es la misma forma aunque también lo es, hay siempre algo diferente que se escapa, que no se deja atrapar. En apariencia, en ambos, el verso último del primer poema y en estos dos versos últimos, lo que le hace a la forma son dos figuras retóricas que se conocen como paradoja y antítesis y no sé en qué medida es la una y en qué medida es la otra ya que las dos pertenecen al campo del discurso pero el poema va más allá y tiene licencia para jugar con ellas mezclándolas, contrarrestándolas, difuminándolas, etc. tal vez sea eso lo que produce diferencia cuando, apartándose de los análisis gramaticales, la poesía altera la sintaxis y abarca lo que no está visible en las frases; en los últimos versos, no es sólo que es incompatible decir y no decir o estar pero no estar, lo que golpea, es otra antítesis que, incluso, deshace la paradoja formal: lo dice y no ha venido para decirlo (antítesis) y lo dice precisamente porque no ha venido, ¿por qué?... porque no está hablando de decir nada ni de ventanas, sino de la ausencia. Está presentificando la ausencia, la cual, sólo es posible si es ella misma, lo es porque no está. En un discurso no poético, aparece la paradoja u oposición de ideas, pero carece de emoción que es lo que el poema realiza. Lo que quiere decir, no lo dice.

Así es como es imprescindible extraer de la realidad, de las realidades, justo las capas no visible para decir de ellas su verdad. no se trata ni de mentiras ni de verdad ni de esconder o mostrar, es algo muchísimo más sutil, no puede ser deliberado; esto que estoy diciendo, por supuesto que no es un poema, para que lo pudiera ser, me tendría que abandonar a algo desconocido. Por eso dije que era una envidia, tampoco porque lo sea de verdad, sino en una manera de sustituir el no poema que es por el “de menos” que está presente en la envidia.
O incluso sea una escusa para volver a leer esos dos versos. No puedo decir: “no puedo” sin que se haga indecible lo que digo, para decir “no puedo”, tendría que decir otra cosa que ocupara el espacio de lo que no puedo decir. Porque hablar (o escribirlo) no es un no poder pero tampoco es lo vivido, hay una barrera infranqueable como una ley que me obliga a acatar y, a cambio, me concede toda esa libertad.




21 de enero de 12011